miércoles, 27 de enero de 2016

Memoria del año 2015 del Centro de Promoción, Formación e Integración de la Mujer Inmigrante “María Rivier”


Persiguiendo la contribución al desarrollo de la actividad social en nuestra ciudad, la Fundación Miguel Castillejo colabora con el Centro de Promoción, Formación e Integración de la Mujer Inmigrante “María Rivier“, de cuya financiación se ha venido encargando desde el año 2009. Con la aportación económica que brinda la Fundación, el Centro enfrenta el alquiler del local, el gasto de mantenimiento del mismo y los costos de creación e impartición de los cursos y talleres que se llevan a cabo a lo largo del año. 

La Memoria de este año 2015 ha presentado varias novedades relativas a diferentes cursos, anotadas a continuación. 


En cuanto al curso de Geriatría la novedad está en la incorporación de dos nuevos temas en el programa: Musicoterapia y Risoterapia. Las 140 horas de práctica, que dieron comienzo el día 2 de febrero, tuvieron lugar en las siguientes residencias: Hogar de San Rafael, La Trinidad, Los Dolores, Santa María, Jesús Nazareno, Séneca, Sanyres, Vitalia San Rafael, Princesa, Vitalia Posadas y Jesús Nazareno Castro del Río. 

Otra de las novedades de este año ha sido la introducción del curso de Auxiliar de Ayuda a Domicilio, impartido desde el 10 de Enero hasta el 28 de Marzo de manera semipresencial, con 80 horas de teoría y 140 de práctica. La titulación, que otorga un certificado de 220 horas, está avalada por COMUNIX-GROUP, un centro con sede en Málaga que proporciona el material y corrige las evaluaciones. El taller de cocina, que tuvo lugar del 19 de febrero al 28 de marzo, contó este año con 43 alumnos y su programa constaba, además de la realización de recetas mediterráneas, de la enseñanza de ciertas pautas para la manipulación de alimentos y limpieza de la casa. Mediante la participación en este taller se ofreció también a los alumnos que careciesen del título de Manipulador de Alimentos la oportunidad de obtenerlo modalidad online. 


El 18 de abril se entregaron los diplomas y certificados de los cursos de Geriatría (45 alumnos), Ayuda a Domicilio (19 alumnos) y Manipulador de Alimentos inserto en el Taller de Cocina (30 alumnos). 

Los cursos de Auxiliar de Educación Infantil y de Monitor de Comedor comenzaron el 8 de marzo y finalizaron el 7 de junio. Sus programas comprendían temas relacionados con la educación infantil, sin olvidar otros acerca del desarrollo del niño hasta los 12 años, con sus derechos y deberes o con dinámicas y animación. Las horas de práctica fueron 75, comenzaron el día 4 de mayo y se realizaron en los siguientes centros de Educación Infantil: El Duende Travieso, El Ratón Pérez, Virgen de la Fuensanta, María Auxiliadora, El Bosque, El Cuco, Piratas, San José, Doña Berenguela, Mickey, La Cometa, Tutua, Snopy’s, Manolo Álvaro. Nuestro centro, conjuntamente con la ONG Córdoba-Acoge, firmó un convenio con cada uno de estos centros que especificaba las condiciones de las prácticas e incluía un certificado expedido por dichos centros valorando las aptitudes de los alumnos. 


El 27 de junio se realizó la entrega de diplomas y certificados avalados por los centros de educación infantil, además de los certificados de Manipulación de Alimentos otorgados por la empresa COMUNIX de Málaga. Nuestro programa se dio por terminado en junio, aunque Córdoba Acoge hizo uso de las instalaciones para su curso de verano durante los meses de julio y agosto y ofrecido para alumnos de entre 15 y 19 años. Con la llegada de septiembre comenzó el curso 2015-2016 y las primeras reuniones para organizar los cursos y talleres: fechas, programación, repetición de sesiones si es necesario debido al número de alumnos, etc.


Además a partir del día 17 de septiembre del pasado año se viene impartiendo en el centro un curso de español. Como fecha importante se destacan el día 12 de junio como el de la renovación del convenio entre las Hermanas de la Presentación de María y Córdoba-Acoge y el 21 de mayo, día en el que le fue otorgado a nuestro centro el Premio “LUZ DE CÓRDOBA” de la Asociación Presencia Cristiana, otorgado por unanimidad del jurado reunido y en respuesta a nuestra humilde labor realizada en el ámbito formativo con el fin de procurar la integración del inmigrante en nuestra sociedad. 


La entrega de este premio tuvo lugar el día 16 de octubre en el Círculo de la Amistad, durante un cálido y concurrido evento. Al término del pasado año 2015 ya había tenido lugar la impartición del primer Taller de Cocina del curso, y los alumnos del curso de Geriatría habían elegido ya las residencias de ancianos en las que realizarán sus prácticas, comenzando en enero de 2016. 

Con el nuevo año esperamos que el Centro continúe con su importantísima labor a favor de los más necesitados, señalando que los beneficiarios a los que nos dirigimos se identifican eminentemente a través del colectivo inmigrante, aunque cada año destacamos el progresivo aumento de afluencia de españoles.

lunes, 25 de enero de 2016

Cuarta jornada del ciclo Ópera Abierta: Los cuentos de Hoffmann


El próximo martes 26 de enero tendrá lugar en el salón de actos de la Fundación Miguel Castillejo la cuarta jornada del ciclo Ópera Abierta del presente curso 2015 / 2016, que constará de la audición comentada de la ópera en tres actos de Los cuentos de Hoffmann, de Jacques Offenbach, cuya presentación correrá a cargo de Rafael López Rodríguez.


El martes 26 de enero a las 20,30 horas.
Entrada libre.

viernes, 22 de enero de 2016

Tercer domingo del tiempo ordinario

Neh 8,2-6: El gozo en el Señor es vuestra fortaleza. 
1 Cor 12,12-30: Hemos sido bautizados en un mismo espíritu para formar un solo cuerpo. 
Le 1,1-4.4,14-21: El Espíritu del Señor está sobre mí.

El texto del Evangelio de San Lucas que hoy nos presenta la Iglesia está constituido por dos capítulos yuxtapuestos. Uno es la introducción al Evangelio lucano, hecha por el mismo San Lucas; el otro alude a los inicios de la vida pública de Jesús, que se circunscriben a su región de origen, Galilea, y a su pueblo natal, Nazaret. Unos inicios que, como ya vimos el domingo pasado en el relato evangélico sobre las bodas de Caná, ponen de manifiesto la grandeza del Redentor y la novedad de su misión salvadora.
Jesús se manifiesta como el Ungido, el enviado de Dios para proclamar el Reino de Dios y su justicia, la salvación real de Dios al hombre. Esta salvación, entendida también como liberación, es integral: abarca a todo el hombre y a todos los hombres. Abarca a todo el hombre, tanto en su dimensión corporal como en su dimensión espiritual, porque el hombre, ni es sólo materia, ni es sólo espíritu. El hombre es la unidad cuerpo-espíritu. El cuerpo es la ventana por donde el espíritu asoma al mundo; el espíritu ennoblece y humaniza el cuerpo, y por ello el ser humano es imagen y reflejo de Dios.
Esto nos está invitando a desterrar de nuestro horizonte cristiano todo tipo de visiones parciales de la salvación que Jesús anuncia y encarna. Dios, ni salva sólo el cuerpo, ni salva sólo el espíritu; salva al hombre entero, de los pies a la cabeza. La salvación es, pues, tanto material como espiritual, ambas al alimón. Por eso, Jesús, lo mismo cura las dolencias físicas que perdona los pecados (cf. Mc 2,1-12).
Quienes convierten la salvación de Dios en una más de las ofertas políticas que tanto proliferan en el mundo actual, en el fondo lo que quieren es salvar al hombre al margen de Dios, sin contar con Dios. El resultado no puede ser otro que un doloroso y estrepitoso fracaso. El hombre, herido desde la raíz por el pecado, es incapaz de salvación. Por su parte, quienes convierten la salvación de Dios en la sola salvación del alma mutilan desde su raíz la salvación misma de Dios, convirtiéndola en un instrumento más de alienación humana.
El Evangelio de hoy es muy claro: Dar la Buena Noticia a los pobres; anunciar a los cautivos la libertad; y a los ciegos, la vista; dar libertad a los oprimidos. La pobreza, la cautividad, la ceguera, de que nos libera Jesucristo, son tanto materiales como espirituales. La evangelización, tarea a la que por vocación estamos llamados todos los cristianos, conlleva el Reino de Dios y su justicia, como ya hemos anotado; trabajar por unas estructuras sociales justas y dignas, en las que todos los hombres se sientan respetados y engrandecidos en su dignidad de personas. Pero evangelizar conlleva también otro tipo de liberación muy olvidado en las sociedades actuales de la opulencia, del consumo y del despilfarro. Me refiero a la liberación del corazón, prisionero del tener. Nuestras sociedades están llenas de cosas, pero las cosas nunca llenan el corazón del hombre. El hombre cuanto más tiene, menos es. Sólo Dios puede llenar el corazón del hombre, triste, a veces, de tanta nostalgia del cielo.
Pero dijimos que la salvación abarca también a todos los hombres sin excepción. Es una salvación universal (cf. Mt 28,19), porque es voluntad de Dios que todos los hombres se salven. Ya es hora, en consecuencia, de ir desterrando las posturas exclusivistas y los falsos privilegios de pensar que Dios nos pertenece sólo a nosotros. Ya es hora de ir desterrando el espíritu farisaico alojado en el fondo de nuestros corazones que nos impide a nosotros entrar en el Reino de los cielos, a la vez que no dejamos entrar a los demás (cf. Mt 23,13). Dios no es un objeto de pertenencia, como son las cosas. Dios no se deja abarcar; es más, nos trasciende, está por encima de nuestros cálculos humanos.
El Reino de Dios exige al creyente un cambio de vida: la conversión del corazón. Como bien dijo Jesús a Nicodemo, para asumir los valores del Reino hay que nacer de nuevo, es decir, hay que nacer del agua y del espíritu (cf. Jn 3,1-8). Es una conversión ad intra y también ad extra, en un camino de ida y vuelta de la persona toda y de todas las personas. Sin una conversión interna, ubicada y radicada en el corazón personal, no es posible una conversión externa, localizada en el corazón social. Cambiaremos la sociedad siempre que hayamos iniciado el camino del cambio en nosotros mismos.
Por ello, uno de los signos inequívocos de que el Reino de Dios no ha calado en nuestras vidas es cuando la confesión de nuestra fe queda descalificada por la manifestación de nuestros hechos; en el fondo, el paganismo está más cerca de cada uno de nosotros de lo que imaginamos y sospechamos.
La irrupción explícita de Jesús en la historia va acompañada de un triple momento: fe, conversión y seguimiento. Aceptar y seguir a Jesucristo supone hacer viva en cada uno de nosotros su obra de liberación: vaciar nuestro interior de todas las cosas de este mundo, para llenarlo de Dios. Bien lo expresó San Francisco de Asís cuando decía: «¡Soy libre! ¡Soy libre! No tengo ningún Señor, sólo sirvo a Dios».
Mis queridos amigos todos, seamos servidores de Dios, única verdad que nos salva y nos libera. Llenemos nuestro corazón de Dios para así conocer la verdad, y la verdad misma nos hará libres (cf. J n 8,32).

Ciclo Didáctico Musical: La Variación

El próximo viernes 22 de enero tendrá lugar en la Fundación la reanudación de nuestras actividades culturales con una nueva jornada del Ciclo Didáctico Musical de Audiciones Comentadas, que realizamos en colaboración con el Conservatorio Profesional de Música de Córdoba "Músico Ziryab", a cargo del profesor Manuel Pérez Rodríguez, director de la Orquesta Joven de dicho conservatorio. 

Este acto tratará sobre la forma musical "La Variación", contando con la ilustración musical a cargo de un grupo de alumnos y profesores de los Conservatorios Profesional y Superior de Córdoba.


Salón de actos de la Fundación Miguel Castillejo
Viernes 22 de enero a las 20 horas
Entrada libre

jueves, 14 de enero de 2016

Segundo domingo del tiempo ordinario

Is 62,1-5: Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria. 
1 Cor 12,4-11: En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. 
Jn 2,1-11: Haced lo que él os diga. 

Hoy queremos centrar nuestra reflexión en el Evangelio de San Juan, el evangelista teólogo que, como el águila, se remonta a las alturas para poner ante nuestros ojos la hondura y profundidad del misterio de la salvación de Dios realizada en Jesucristo.
La escena que hoy contemplamos es una de las más bellas del cuarto Evangelio, así como de un gran contenido teológico. Es la escena de las bodas de Caná, un pueblecito muy cerca de Nazaret. A esta boda fueron invitados Jesús con sus discípulos y la Virgen María. Participar en un acontecimiento de este género supone compartir con los novios y familiares la alegría que les embarga en esos momentos, alegría que debe ser extrapolable a la misma alegría que penetra y recorre de los pies a la cabeza todo lo cristiano, porque el cristianismo es fiesta, don y gracia. Es salvación, operada por Jesucristo. Teológicamente hablando, en esta escena Jesús aparece como el esposo y la Iglesia es la esposa. La Madre del Mesías prefigura a la Iglesia y los invitados son todos los que pertenecen a ella. El signo del banquete prefigura la Eucaristía como pacto nuevo y fiesta, donde se celebra el convite del amor.
El Evangelio tiene como tema el milagro de la conversión del agua en vino. Un vino distinto, nuevo, mejor que el anterior, de tal modo que el mayordomo llama al novio y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora>. Un vino bueno que, en palabras de San Ireneo de Lyon, es el Evangelio nuevo, el nuevo orden: la novedad del Reino y su mensaje de salvación, que encarna, predica y realiza en plenitud Jesucristo.
Por eso, el mismo San Juan se hace eco en el pasaje de la samaritana (4,1-26) de las consecuencias de la radicalidad de esta novedad: Jesucristo es la Vida Nueva que sacia en plenitud, por eso, el que beba agua que él da, nunca más vuelve a tener sed. En otras palabras, sólo salvación que realiza Jesucristo es posibilitadora de la plenitud de sentido, que el hombre se afana en encontrar. El Evangelio es una novedad, una vida divina regalada por Dios al género humano y no merecida por el hombre.
San Ignacio de Antioquía aborda también la simbología del vino nuevo y nos sumerge en otra de las muchas dimensiones que contiene esta realidad. En efecto, este santo padre nos hace caer en la cuenta de que el agua que se convierte en vino no es un agua cualquiera, sino agua destinada para la purificación que los judíos tenían que realizar antes de tomar alimentos. Así, la conversión está indicando que la salvación plena y definitiva no es la veterotestamentaria, que no rebasa el nivel de las promesas, sino que lo es la salvación de Jesucristo, cumplimiento y personificación de las promesas hechas por Dios a su pueblo. El agua simboliza los antiguos ritos judíos; el vino nuevo es la sangre de Jesucristo, derramada para la remisión de nuestros pecados. El agua no salva; la sangre de Jesucristo, sí. El teólogo Henri de Lubac comenta este episodio y dice: «Jesús convierte el agua de la letra de la ley de de la purificación, en el vino del Espíritu, del amor a Dios en "espíritu y en verdad"».
Para San Bernardo, el milagro de la conversión del agua en vino está demostrando el poder divino en toda su potencia. Pero en este milagro se significa otro cambio, que es también obra del poder de Dios y que es mucho mejor y más saludable para nosotros: todos nosotros hemos sido llamados a las bodas espirituales, en las que Jesucristo, nuestro Señor, es el Esposo.
En este misterio de la salvación no podía faltar la Virgen María, unida indisolublemente al misterio de Cristo, su Hijo, como muy bien nos lo indica el Concilio Vaticano II (cf. Lumen gentium, 53). María es la Madre del Redentor, y, en consecuencia, asociada a la obra de la salvación. Ella coopera con el Hijo en la obra redentora. Éste, y no otro, es el trasfondo teológico que se encierra en el corto, pero profundo e intenso diálogo que se establece entre Jesús y su Madre, a propósito de la falta de vino. María, la Madre, constata y advierte el hecho, es decir, la necesidad humana: «No tienen vino». Jesús recoge esta invitación-petición, respondiendo de un modo enigmático: <<Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
La «hora», al entender de los especialistas en Sagradas Escrituras, más que la indicación de un principio de algo, es una categoría teológica que San Juan utiliza para indicar el momento de la plenitud de Jesús: el de su Pasión-Muerte-Resurrección y glorificación junto al Padre. A pesar de todo, la Virgen Madre, con extrema sencillez y dulzura, así como con una gran confianza en el poder de Dios, le dice a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga». Jesús actúa, y convierte el agua en vino únicamente porque ésa era la voluntad del Padre, que María, desde su silencio y generosidad, acoge en lo profundo de su corazón.
«Haced lo que Él os diga», ¡qué hermosa jaculatoria para que nosotros la pensemos y meditemos muchas veces a lo largo de nuestra vida! Convirtámosla en lema de nuestra vida. Hagamos siempre lo que Cristo nos diga.
Cuando estéis implicados en tramas y problemas casi insalvables, «haced lo que Él os diga». Cuando os encontréis en medio de dificultades insolubles que os torturan y desasosiegan, «haced lo que Él os diga».